Pgina principal
El espaol en el mundo
Pgina principal de la revista del espaol en el mundo Inicio    Envenos sus sugerencias o comentarios relacionados con el espaol Correo   Mapa de este sitio web Mapa  Otros sitios de inters relacionados con la difusin del espaol en el mundo Subscriptores

 

Suscrbase  a Cuadernos Cervantes
·Secciones
Principal
Editorial
E/LE
Reseñas
Agenda
Revista de Prensa
Multimedia
Buscar en
Cuadernos Cervantes:
·Sumario
Spanglish escrito en USA. Un ejemplo, la revista LATINA

Didáctica de la cultura en el aula de E/LE en Camerún


Spanglish:
Conversaciones en torno al spanglish


El concepto de locura en el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y en Hamlet

Máquina de clasificar palabras. Una propuesta didáctica

Un listado de las sílabas del español

El error en el proceso de aprendizaje
Español para árabes
multilingües y multiculturales

·Lo último...
Instituto de Verbología Hispánica
·Utilidades
Sugerencias  
Suscripciones  
Nº atrasados  
Edición impresa  
Sólo suscriptores  
Alertas  
Archivo  
  Ver próximo número
  de Cuadernos Cervantes...
·Otros sitios
elespañolenelmundo
elespañolenlared
clubdeespañol
Diccionarios Web
Campamentos de verano en España
·Spanglish

EL HEART EN LA PALABRA

Préstamos

Ilán Stavans


 

Uno de los debates en derredor del spanglish es el de su diámetro. ¿Dónde empieza y dónde termina? Hay quien dice que debe limitarse su definición a listas léxicas en las que la perversión de términos es evidente. A continuación, una lista de ocho ejemplos:

 

Spanglish Español Inglés
baquiar retroceder to go back
carpeta alfombra carpet
factoría fábrica factory
furnitura muebles furniture
inspectar inspeccionar to inspect
mistear perder, faltar to miss
populación población population
unión sindicato union

 

Como éstos, hay miles. A principios del verano del 2000 ofrecí una conferencia en la Casa de América de Madrid, que se publicó en forma de libro bajo el título Spanglish para millones. Discutí el mecanismo morfológico y sintáctico, y el panorama sociolingüístico en el que se manifiesta este tipo de palabras. El hablante de spanglish pasa por alto la palabra correcta en español. En su lugar, traslada el vocablo anglosajón, adaptándolo a la pronunciación castellana.

Utilicé la palabra "perversión" en el primer párrafo. La escucho con frecuencia en boca de puristas que atacan al spanglish como manifestación de ignorancia. ¿Por qué, si existen los "mercados", los latinos en EE UU van a la marketa a comprar groserías? ¿Acaso no es ésta una muestra más de pereza intelectual? Mi respuesta es siempre la misma: no se trata de pereza sino de espontaneidad, que es la fuerza motora de todo idioma vivo. Un idioma vivo es un idioma en constante transformación. Allí donde dos lenguas y dos civilizaciones están en contacto íntimo, la fertilización mutua es inevitable. Más que inevitable, yo diría deseable. En Tijuana, digamos, la gente ni es del todo mexicana ni del todo es gringa; ni habla español ni tampoco inglés, sino un lenguaje intermedio, que es tan digno como poético.

¿CUÁL ES LA DIFERENCIA
ENTRE EL
LÉXICO DEL SPANGLISH
Y EL DEL
"ESPAÑOL
 ACTUAL"?
Hace poco, en una visita a Tijuana, quedé asombrado de la regularidad con que se escuchan no sólo palabras como las listadas anteriormente, sino anglicismos. "Ay, son préstamos, señor", me dijo un droguero, que es como se le designa al vendedor de productos farmacéuticos en la región. Me pregunto: ¿Acaso estos préstamos no son también parte integral del spanglish? Los anglicismos entraron a formar parte del léxico castellano desde el momento en que el inglés y el español se toparon cara a cara cuando los primeros viajeros británicos visitaron la península ibérica en el siglo XVI. Obviamente, la compenetración de ambas civilizaciones se ha intensificado con el paso del tiempo. El establecimiento de la Unión Europea es sólo una instancia más en la intensificación de este contacto. En las Américas, el encuentro entre el inglés y el español es de intensidad superior. El hecho de que México y EE UU compartan una misma frontera y que haya aproximadamente unos 20 millones de mexicanos al norte del Río Bravo –según estadísticas, aproximadamente uno de cada cinco mexicanos vive al norte de la frontera– es muestra del diálogo entre ambas culturas. Por no hablar de la presencia norteamericana en México a mediados del siglo XIX y en el Caribe a partir de la Guerra Hispanoamericana. A nivel lingüístico, esta presencia trajo consigo una compenetración incontenible: el inglés entró en nuestras tierras.

Hoy por hoy, los anglicismos que inundan el idioma español, ¿son muestra de mala educación o deben ser considerados parte esencial del vocabulario? Hay centenares en el léxico diario de un hispanohablante en Norteamérica y aunque el número, en comparación, es menor en Bogotá, Buenos Aires o Madrid, lo cierto es que está lejos de ser insignificante. Días atrás, en un momento de pereza, me descubrí hojeando el Diccionario Clave del Uso del Español Actual, que tiene un inspirado ensayo introductorio de Gabriel García Márquez redactado en 1996. El libro fue un regalo que me hizo un alumno puertorriqueño. En la sección de apéndices, incluye sugerencias para el usuario del castellano. En cuanto a topónimos extranjeros, dice, por ejemplo, que debe escribirse Pekín y no Beijing; Nueva York y no New York; Aviñón y no Avignon. Pero añade: "cuando la forma de escribir el nombre geográfico coincide en español y en la lengua original, debe pronunciarse según las normas del español y no con la pronunciación de la lengua del país correspondiente". Así pues, se nos asegura: se pronuncia Miámi y no Maiami. Un número considerable de usuarios del spanglish, sin embargo, está en desacuerdo con la norma: si bien los cubanos exiliados viven en Miámi, Jorge Ramos, el anunciador mexicano del Noticiero Univisión, que es visto todas las noches por unos 30 millones de personas en todo el contienente, graba su programa en Maiami, aun cuando él deletrea la palabra en inglés, Miami, sin acento.

El Diccionario Clave ofrece una lista de errores frecuentes, entre los que incluye las anfibologías, las redundancias, los anacolutos, los dequeísmos, etc. Sin embargo, las páginas del volumen están repletas de anglicismos. ¿Han sido conscientes los editores de su frecuencia? Humberto Hernández, de la Universidad de la Laguna, en el prólogo, ofrece algunas explicaciones de cómo y por qué se preparó el volumen, pero no se detiene en la sobreabundancia de estos préstamos. El inglés, sobra decirlo, también abunda en hispanismos, sobre todo de extracción gastronómica y geográfica: salsa, por ejemplo; lasso, hacienda y barrio. El Clave incluye palabras que vienen del ruso, del francés, del alemán y de otros idiomas. Sin embargo, éstas ocurren con menos frecuencia que los anglicismos, por razones obvias. Están, por supuesto, lunch, master, match, referí y trekking. La sección de la letra W es casi toda de anglicismos: wagon-lit, walkie-talkie, walking, warrant, wasp, waterpolista, western, windsurfista, wrestling… Pero de pronto aparecen sorpresas. ¿Qué decir de los siguientes anglicismos? "Antibaby: Píldora anticonceptiva". O bien: "Gagman: Hombre que se dedica profesionalmente a divertir al público mediante la representación de situaciones cómicas". Y: "Wonderbra: Sujetador con relleno, que da volumen al busto y lo realza". Jamás, en mis casi dos décadas en los EE UU, he escuchado la palabra antibaby; anticonceptivo sí; asimismo, la pill. De hecho, cada vez que puedo, la invoco en entrevistas radiales. Los radioescuchas se carcajean. "Una invención ibérica", dijo uno por teléfono. Otro añadió: "No, una muestra más de la innovación ibérica". ¿Y qué decir de gagman y wonderbrá, el último con su debido acento en la última sílaba, que por razones desconocidas los editores del Clave decidieron ignorar? El primero, si es de uso alguno, es del todo infrecuente entre latinos; y lo mismo el segundo: vino y se fue con la rapidez con la que pasa una campaña publicitaria en televisión.

Sea como sea, ésa es la dinámica de los préstamos: nacen de la necesidad; vienen y van con la moda. El Clave no es el único diccionario cuyas páginas están salpicadas de anglicismos. Lo mismo el Diccionario del Español Actual de Manuel Seco. Los léxicos del futuro incluirán aún más anglicismos, como ha hecho la Real Academia. No podría ser de otra forma, dado el énfasis que tienen el inglés y la civilización norteamericana en nuestro ámbito. Este énfasis, sin duda, es una de las vicisitudes del spanglish. No me inquieta que el Clave y el diccionario de Manuel Seco usen la palabra "actual" en el subtítulo. Uno de los dos volúmenes la define así: "Que existe, sucede o se usa en el momento en que se habla". El otro diccionario es más sucinto: "de ahora", dice. En última instancia, la diferencia entre el spanglish y el español actuales depende de quién, dónde, cómo y con qué frecuencia se emplean estos anglicismos.

37
Volver arriba

[Página principal] [Reseñas] [Multimedia] [E/LE] [Editorial] [Sugerencias] [Agenda] [Revista de Prensa] [Foros]
¿Quiénes somos? - Correo Revista

©  2010 Ediciones Cuadernos Cervantes

Logo plan Avanza