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LINGÜÍSTICA CONTRASTIVA HISPANO-HELÉNICA

Una aproximación a la enseñanza del español a hablantes de griego moderno

"El español tiene dentro muchas almas."
N. Kazantzakis,
Viajando: España. ¡Viva la muerte!
Ediciones Clásicas, Madrid, 2000

David H. de la Fuente
Universidad Complutense

La mirada de Odiseo se dirige a los dos confines de Europa, España y Grecia, los dos vértices del Mediterráneo, sus historias y sus pueblos se acercan mediante la difusión de sus respectivas lenguas. Pero en ocasiones surgen escollos al aprendizaje de éstas que condicionan la navegación desde la lengua materna hasta la segunda lengua. Así, en el caso de la enseñanza de E/LE a hablantes de griego moderno, el autor tratará de hacer un elenco de las principales dificultades que se pueden encontrar.

En las líneas que siguen se ofrece una visión contrastiva de dos lenguas que se sitúan en los extremos del continente europeo: el español y el griego moderno. Vicisitudes históricas diferentes, pero en cierto modo paralelas, acercan ambos pueblos al entendimiento a través de sus lenguas. El estudio de la lengua española está en plena expansión en la República Helénica y en Chipre, en parte debido al empuje del español en el mundo y a su condición de lengua oficial de la Unión Europea. Pero ¿cuáles son los problemas que se presentan al estudiante griego de lengua española? ¿En qué medida encuentra facilidades en su aprendizaje? A continuación se intentará dar respuesta a éstas y a otras cuestiones que atañen a la lingüística contrastiva de ambas lenguas.

El presente artículo dará una visión de conjunto de la lengua griega para considerar qué enfoque es necesario adoptar para la enseñanza de español como lengua extranjera (en adelante E/LE) y en qué errores incurrirán más a menudo los estudiantes de lengua materna griega. Así, se examinarán, uno por uno, los distintos niveles del lenguaje: nivel fónico, nivel morfosintáctico y nivel léxico-semántico. De esta manera aproximaremos al lector interesado y al profesional a esta apasionante materia.

 

Introducción

El griego moderno es una lengua indoeuropea que desciende directamente de la koiné helenística en que se fundieron los distintos dialectos helénicos de época clásica. Por ello, se encuentra muy alejada lingüísticamente de lo que fue el griego clásico (como le ocurrió al español con respecto al del latín), aunque se base en esta lengua antigua . El conocimiento previo del griego clásico, por tanto, puede facilitar bastante el aprendizaje de la lengua neohelénica. Como lenguas indoeuropeas, aunque distantes entre sí, griego moderno y español tienen una base común que, sin duda, puede ser aprovechada para resaltar sus similitudes a la hora de enseñar español como lengua extranjera.

El estado de los estudios hispánicos en Grecia aún deja mucho que desear. En un plano estrictamente académico, las universidades griegas que imparten las letras españolas son escasas. Destaquemos aquí la Universidad de Atenas, la única con cátedra de español, que se integra en el Departamento de Filología Italiana y Española de la Facultad de Filología. En el resto de las universidades helénicas es posible encontrar cursos de español pero siempre como tercera lengua. En la Universidad Jónica de Corfú y, fuera de la República Helénica, en la Universidad de Chipre, se pueden encontrar cursos de español. Sin embargo, en estas academias ni siquiera se pueda hablar de una titulación exclusiva de Filología Hispánica, sino que los estudios de lengua española se enmarcan en carreras de traducción e interpretación, historia, y otras afines. A pesar de estos datos, el interés por todo lo español en Grecia está presente desde hace muchos años: la literatura y el cine han acentuado este interés, que se traduce en un intenso contacto entre los grandes escritores griegos y nuestro país (Nikos Kazantzakis y su Viaje a España, por ejemplo, o Nikos Kavadías y sus versiones de Lorca1), para no remontarnos a los vínculos más antiguos, de la Antigüedad o la Edad Media2 Pero a la enseñanza del español en Grecia y Chipre dedicaremos, en estas páginas, otro artículo más exhaustivo que dé una visión completa del hispanismo en este país, y del estado actual de la enseñanza de la lengua española en sus universidades.

 

El alfabeto griego

Un primer obstáculo se presenta ante el estudiante que pretende la adquisición del español desde el griego, o viceversa: el alfabeto. La mayoría de lenguas europeas hacen uso del alfabeto heredado del latín, que es el que usamos en castellano, y que no es otra cosa que una adaptación itálica del alfabeto griego.

En efecto, los romanos y otros pueblos itálicos de la Antigüedad como los oscos y los umbros, adaptaron el alfabeto, o más bien uno de los alfabetos griegos, el eubeo, pues tuvieron inicialmente más contacto con griegos procedentes de Eubea. Este alfabeto no era el predominante, como el ático o el jónico, en los que se escribieron las obras clásicas y de donde proviene el actual alfabeto griego. Por estas vicisitudes históricas, es decir, por el hecho de que los romanos adaptaran un alfabeto de un dialecto griego minoritario, hoy en día nosotros escribimos la bilabial oclusiva sorda /p/ como P, y los griegos usan , y reservan el signo P para nuestra erre.

De esta manera, como puede verse, nuestro alfabeto proviene del griego. Éste, a su vez procede del fenicio, que se considera tradicionalmente la primera forma de escritura que da el salto de los silabarios a los alfabetos. Según la mitología, fue Cadmo, marido de Armonía y padre de Europa, quien llevó el alfabeto fenicio a Grecia. El alfabeto griego tiene veinticinco letras, como se ve a continuación.

Frente a las veintisiete letras del alfabeto español (tras la supresión por la Real Academia de ll y ch), el hablante del griego no encontrará más problemas que frente a otras lenguas escritas en caracteres latinos, que normalmente ya habrá estudiado (inglés, francés, etc.) Con todo, el docente habrá de prestar atención a nuestra ñ, a la q y a la c, que no existen en el alfabeto griego.

 

Nivel fónico

La fonética del griego moderno se suele considerar muy cercana a la española, y no es errónea esta opinión, pues en muchos aspectos, los sonidos de la lengua neohelénica se aproximan mucho a los del español, como veremos. Sin embargo, hay fonemas griegos de los que carece el español, así como algunos que presentan dificultades para los griegos por no existir en su lengua. Seguidamente los examinaremos. En primer lugar, hay que decir que el vocalismo es prácticamente idéntico, el griego tiene cinco vocales (escritas ) que se corresponden con las cinco españolas (a e i o u). Pero el problema reside en que dos de las vocales griegas se escriben de muy distinta forma y estas grafías pueden confundir al estudiante: la /i/ se puede escribir , y la /e/, e ó ai. Hay que destacar los falsos diptongos y , se pronuncian /af/ y /ef/ y se pueden confundir con los auténticos diptongos /au/ y /eu/, que se escriben de igual manera. Además de los otros diptongos, /ai/ y /oi/, que también existen en griego, tenemos la semivocal , que se articula más o menos cerrada según el punto de articulación de la consonante anterior, de una forma ajena al vocalismo español. Por el contrario, la semivocal española /w/ tenderá más a la apertura en los hablantes griegos que aprendan español.

Las consonantes presentan un cuadro diferente, en griego existen veintiocho fonemas entre vocales y consonantes, de los cuales son extraños al oído castellano los siguientes: seguida de vocal se pronuncia como una /v/ (como en el francés vie), por lo que resulta difícil que los griegos comprendan que el hablante castellano no distingue /b/ y /v/, y por ello tenderán a pronunciar según la ortografía de la palabra, distinguiendo entre la bilabial y la fricativa. Y ello a pesar de que en griego la bilabial oclusiva existe y se escribe con la grafía . También hay que subrayar para el estudiante griego de E/LE que esto no siempre es así, pues la b y v intervocálicas en castellano tienen un matiz fricativo // que hay que tener en cuenta, aunque no llegue nunca al extremo de la articulación griega /v/.

En segundo lugar, la griega se pronuncia interdental fricativa //, como en el ingles thus, lo que da problemas a un español y, por el contrario, propicia que los griegos pronuncien nuestra d de tal manera (aunque, como en el caso anterior, el sonido dental oclusivo /d/ existe en griego, pero con la grafía –-). También con la d castellana en posición intervocálica ocurre lo mismo que veíamos en la b/v, es decir, que adquiere una realización fricatica //, llegando a perderse muy a menudo en pronunciación descuidada (sobre todo en participios, como "*olvidao" etc.), todo lo cual se debe recordar al estudiante.3

A continuación, hay que destacar las peculiaridades de lagriega, grafía que representa una velar gutural como la jota española cuando se sitúa ante a, o y u, pero también una consonante palatal fricativa cuando va ante e, i, como el alemán ich. También la dseta griega () es un fonema que ya no existe en español, concretamente desde la reforma del sistema de sibilantes del castellano medieval. En efecto, este sonido, que en tiempos se pronunciaba /dz/ (como el italiano forza) y actualmente es una ese sonora, /z/, como el italiano cosa o el francés zéro. Y estos son los únicos fonemas del griego moderno que no existen en el castellano estándar. Existen, además, las llamadas dobles consonantes del griego, como la (que se pronuncia ps, como en psicología,), la , que corresponde a nuestra x (sonido ks), y algunas otras realizaciones fonéticas griegas cuya grafía es ya combinada, como,, que representan los sonidos /ts/, /tz/, o , , , (las tres oclusivas sonoras, /b, d, g/), etc.

Por el contrario, hay sonidos típicamente españoles que no tienen una grafía particular en griego son los siguientes. La ñ española, //, no significará un problema para el hablante griego fonéticamente, pues el sonido existe y se representa con + la vocal pertinente. La ch, en cambio, presentará problemas en su realización castellana como palatal africada sorda. El sonido más próximo en griego moderno podría ser , pronunciado como interdental sorda, o bien la mencionadagriega, grafía que puede representar ante e,i una palatal fricativa como el alemán ich. En todo caso, no existe en griego este sonido típicamente español que deberá ser practicado, como ocurre, por otra parte, con la oposición fonológica y/ll (que se está perdiendo en castellano por causa del fenómeno denominado yeísmo). En efecto, el juego de oposición entre la palatal lateral y la palatal africada no puede reproducirse en griego al faltar ambos fonemas. Los griegos tenderán a reproducir ambos sonidos con su gamma ante,, que se pronuncia /j/, como yes en inglés.

Sin embargo, no tendrá problema el estudiante griego con la zeta española en su pronunciación castellana, distinguidora de s/z, puesto que la griega reproduce el fonema interdental fricativo sordo muy fielmente. Otra historia será ya el problema del seseo y ceceo, en las hablas meridionales e hispanoamericanas, y en qué medida podrán confundir al estudiante griego las dos variantes. El profesor de E/LE deberá insistir en las dos pronunciaciones que existen en el mundo hispánico.

Por lo demás, como hemos dicho, la fonética es bastante similar entre las dos lenguas y no es necesario mencionar ningún otro caso aquí. No obstante, recapitulando, se deberá hacer hincapié en ciertos sonidos castellanos para que el estudiante de E/LE de lengua griega aprenda la correcta manera de pronunciarlos:

Hay que insistir en los diptongos castellanos procedentes de e, o tónica en latín, (ue, ie) para su correcta realización, ya que son extraños a la lengua griega.

Se debe dejar clara la no distinción de b/v en español, a fin de que el griego no pronuncie palabras como "vista" con su /v/ (). El profesor debe insistir en que tanto la v como la b iniciales castellanas corresponden a la grafía griega.

Asimismo, hay que hacer lo mismo con respecto a la -d-, como hemos visto, para evitar una pronunciación deficiente.

La ch, palatal africada sorda, deberá ser practicada, al ser más problemática, subrayando su parecido con el sonido representado comoen griego, aunque éste sea dental. También se puede comparar con lagriega, grafía que representa una palatal fricativa (alemán ich) cuando va ante,.

Hay que poner especial énfasis en las palatales del castellano, como hemos visto en el caso de la ch, pues también la y y la ll españolas darán problemas de pronunciación al estudiante griego.

El profesor debe explicar la distinción / no distinción de s / z en el mundo hispánico para evitar errores. En general se nota entre los estudiantes de español una cierta perplejidad con respecto a las variantes del español en el mundo, principalmente a la hora de distinguir el español de España del español de América.

 

Nivel morfosintáctico

En el plano morfológico, empero, griego y español distan bastante más que en lo que se refiere a la fonética. Esto también se aplica a la sintaxis, como veremos a continuación. El griego es una lengua flexiva, cuyos sustantivos se declinan, al contrario que el español. He aquí, pues, una diferencia básica que aleja a los hablantes de ambas lenguas y que dificulta su aprendizaje. El sustantivo griego admiten cuatro casos, nominativo, vocativo, acusativo y genitivo que se aplica a cada función del sustantivo en la oración. El español, por el contrario, utiliza las preposiciones para asignar tales funciones al sustantivo, p.e.:

Alejandro lee un libro.

 

Veo a Alejandro en la biblioteca.

 

Este es el libro de Alejandro

 

Hola, Alejandro ¿qué tal?

 

Otra diferencia que condicionará el aprendizaje del español y del griego es la existencia en esta última lengua de tres géneros gramaticales, masculino, femenino y neutro, como herencia del griego clásico (que también distinguía tres números, singular, plural y dual). Así, el griego cuenta con tres artículos para cada género: en nominativo singular (pues también se declinan) serían o para masculino,para femenino y to para neutro:

Por regla general, el griego prefiere utilizar el neutro para los objetos inanimados, aunque hay tantas excepciones que no se puede hablar propiamente de una regla gramatical o semántica (véase, p.e.,, el niño,, la casa, etc.) Aquí habrá una fuente de problemas para el estudiante griego de lengua española, pues el género de los sustantivos variará de una lengua a otra sin que existan explicaciones ni reglas que orienten al alumno. Solamente la lectura y el aprendizaje de vocabulario, junto con la práctica del idioma, podrán solucionar este problema.

Hay que destacar que en griego el artículo tiene un uso muy extendido, mucho más que en español, de suerte que acompaña a los nombres propios (Alejandro /), motivo de frecuentes errores en los griegos del tipo "*La Juana no está", reputados vulgarismos en nuestra lengua. También llevan artículo los países (, España,, Grecia, etc.). La morfología de los artículos en su unión con las preposiciones también puede dar problemas al estudiante de E/LE. En griego, la preposición se (antiguo ) se une al artículo, creando preposizioni articolate como en la lengua italiana (nel, nella, nello, del, della, dello, etc.). Así tendremos, por ejemplo:

En español, por el contrario, solamente existen dos casos de estos "al" y "del". Por lo demás, la morfología del nombre, adjetivos, pronombres, etc., no presenta más problemas particulares.

Pero donde sin duda más dificultades encontrará el estudiante griego de E/LE será en la morfología y sintaxis del verbo castellano, cuya notoria dificultad y variedad temporal y modal se acentúa en este caso, al ser tan diferente del verbo griego.

El verbo griego, en primer lugar, no tiene infinitivos. Los tenía en época clásica, en la antigua lengua que hablaron Platón o Esquilo, pero en la actualidad, la morfosintaxis del verbo se ha simplificado y ha adoptado otras formas para la subordinación verbal que suplen al infinitivo. Estas formas consisten básicamente en elo subordinación, que se puede equiparar a nuestro subjuntivo. El procedimiento que emplea el griego es añadir al verbo en forma personal la partícula , que procede de la antigua conjución ("para"), más el verbo subordinado en su forma de :

Me gustaría beber un vaso de agua, porque tengo sed

Esto admitirá matices modales que el español expresará de forma diferente, dependiendo de si el va en el tema o raíz de presente () o en el de futuro puntual , le estaremos dando a la subordinación un matiz durativo o momentáneo,

Matiz durativo:

Quiero que vuelvas pronto más a menudo.

Matiz puntual:

.

Quiero que vuelvas pronto esta tarde.

Esta es la principal diferencia del sistema verbal griego con el español, lo que provocará sin duda algunos problemas. Otras particularidades del español, como la existencia de dos verbos copulativos –ser y estar–, y su complicada delimitación funcional, también constituirán un quebradero de cabeza para el hablante de griego, que solamente concibe el verbo (procedente del antiguo verbo ) para todos los usos de ser y estar en español. Pero, aparte de esto y de la carencia de infinitivos, lo que más problemas dará al estudiante de E/LE, será el subjuntivo español. El subjuntivo del español es objeto de estudio especial en diversas lenguas por su complejidad, y para el hablante griego no será una excepción. Serán comunes las vacilaciones modales para expresar deseo, mandato, temor, etc.. Hay que destacar que el griego posee un modo propio para expresar deseo, el llamado optativo, que se forma con la partícula , cuyo origen ya hemos comentado, más el imperfecto. Así, el hablante de griego tenderá a la confusión del subjuntivo español de deseo. En griego no se emplearía el subjuntivo, o mejor dicho, su equivalente, el , sino el optativo:

  Ojalá vuelva mi hermano esta noche.

 

Otros casos que se deben mencionar son el futuro y el condicional griegos, que se forman anteponiendo la partícula al verbo en presente o imperfecto. El español prefiere el uso de morfemas característicos de esos tiempos (-é, -ás, -á, en futuro, -ía, -ías, -ía, en condicional, procedentes del auxiliar haber en época medieval). En griego tendremos, por el contrario, matices durativos o puntuales, como veíamos en el caso del . La partícula , por su parte, proviene de la contracción fonética de + , "quiero…", en griego antiguo, que comenzó a usarse como perífrasis verbal para intención y futuro en la koiné tardía.

Como se ha visto en estos ejemplos, la principal diferencia entre el verbo en ambos idiomas se ve en la tendencia del griego a formar tiempos mediante la adición de partículas modales ( para expresar el infinitivo español y el subjuntivo en algunos casos, así como el imperativo de respeto y otros usos, y para el futuro y el condicional simples y compuestos: p.e., el futuro con +presente o subjuntivo, / Iré allí a las ocho y media, condicional con +imperfecto, / yo querría, etc.).

Con respecto a la formación de tiempos compuestos, el griego usa el verbo auxiliar (tener) + el verbo en tercera persona del singular, como hace el español con el verbo haber + participio. Este paralelismo facilita mucho el aprendizaje y el uso de los tiempos compuestos, aunque puede propiciar errores del tipo "*Tengo ido", en vez de "He ido", usos no normativos que en español reflejarían una influencia dialectal del leonés, del bable e incluso influencias del gallego.

Es conveniente, así pues, que el profesor de E/LE destaca las coincidencias entre los tiempos compuestos siguientes:

  He ido a Florencia tres veces en mi vida.

En definitiva, el verbo español presentará bastantes dificultades al estudiante griego, sobre todo en lo que se refiere al infinitivo y subjuntivo español. La principal diferencia del sistema verbal griego con respecto al español, además de la mencionada falta de infinitivos y de la composición mediante partículas del futuro, condicional y subjuntivo, es el matiz durativo / puntual, que el hablante griego tenderá a reflejar en el español. Se trata de un matiz fundamental en griego que se encuentra en futuro, subjuntivo , como ya hemos visto, e incluso en imperativo:

Se deberá hacer hincapié en que el español no distingue estos matices más que según el contexto y mediante complementos temporales o modales del verbo, régimen verbal, etc. Por lo demás, el profesor debe resaltar aquello que une los sistemas verbales griego y español, subrayando la similar construcción y uso de los perfectos y participios, la existencia de diferenciación morfológica de cada persona del verbo, etc.

 

Nivel léxico-semántico

Es sabido que el léxico científico internacional y multitud de palabras técnicas, médicas, etc., provienen del griego antiguo, una lengua clásica con gran prestigio en todo el mundo a la que debemos algunas de las mejores creaciones científicas y literarias de la historia de la humanidad5. En el caso del español, esto no es una excepción. Palabras como filosofía, odontología o metáfora son cultismos en nuestra lengua que provienen del griego clásico a través del latín o de otras lenguas o bien directamente. Así pues, este será un factor que podremos explotar en la enseñanza de E/LE.

Pero además hay otras palabras en español que son préstamos del griego, pero que no se pueden considerar cultismos o semicultismos, pues han llegado a nosotros a través de una secular evolución fonética. Este es el caso de palabras como, por ejemplo, "bodega", "cada", "tío" o "chusma", que, aunque no lo parezca, son de origen griego. "Bodega" (o su variante "botica") es una evolución de la palabra (de donde apotheca en latín, o Apotheke en alemán, que significa "farmacia"), con aféresis de la a inicial y sonorización de la p y th, y cuyo significado no designa más que un lugar donde almacenar cosas. "Chusma" tiene un curioso origen, se trata de la voz griega que significa "voz de mando" (de , ordenar), que pasó al latin clusma y al genovés cïusma, y es, ni más ni menos, que la voz de mando que se daba a los remeros, galeotes y otras gentes de baja estofa para marcar el ritmo del remar.

En cuando a "cada", un pronombre muy común en castellano, es curioso situar su origen en la preposición griega (a través del latín vulgar cata), que se ha perdido ya en griego moderno salvo en frases hechas, y que tenía un valor distributivo que ha heredado en español. También una palabra tan conocida y usada como "tío", tiene su insospechado origen en el griego . En su formación a través de la fragmentación del latín, las lenguas romances fueron distinguiéndose fonética y morfológicamente, pero también eligieron un léxico distinto. Así, el catalán y el francés optaron por el latín auunculus para expresar el concepto de tío (fr. oncle, que pasó al ing. uncle). Sin embargo, el castellano eligió el griego , a través del latín tardío (como el italiano zio), y dejó auunculus para "abuelo".6

Por otro lado, hay en griego numerosos préstamos del español que se han convertido en palabras de uso cotidiano e incluso en expresiones típicas de este idioma. Así ocurre, por ejemplo con , que viene del español "pareja", y significa en griego "compañía", "amistad", etc. (en frases como , "voy con los amigos", etc.) También destacan otras palabras de índole política, como (del español "pronunciamiento"), o (esp. "junta"), que designa por antonomasia el régimen político dictatorial de los Generales (), que fue derribado por una insurrección popular en 1975. Otras palabras ya pertenecen al acerbo de cultura hispánica que está presente en muchos otros idiomas (como , etc.). También destacan los numerosos americanismos que a través del español llegaron al griego, como a otros idiomas (, , , de chocolate, tabaco, cacao) y otros como ("puro"), (cigarro), etc.

 

Ortografía, puntuación y diglosia

Por lo demás, hay que mencionar la ortografía y la puntuación, temas a los que no se suele dedicar la atención que merecen. En cuanto a la ortografía, lo más destacable es el acento griego, que tras la última reforma de 1982 dejó de ser un sistema politónico y pasó a tener solamente dos signos diacríticos, como el español, el acento agudo (´) y la diéresis (¨), que sirve para deshacer diptongos. Anteriormente a esta reforma, el griego conservaba, como resto del pasado, un complejo sistema de acentuación que había instaurado, según la tradición, el gramático Aristófanes de Bizancio en torno al 200 a.C. Este sistema tenía acento grave (`), agudo (´) y circunflejo () y dos signos para la aspiración en vocales iniciales, el espíritu suave () y el áspero (), para indicar la no aspiración/aspiración. Sin embargo, este sistema ya no reflejaba ninguna realidad, ya que la tonicidad griega se ha simplificado desde época helenística y tampoco se aspiraban ya las vocales iniciales.

La puntuación difiere bastante en los dos idiomas, y por ello debemos hacer aquí una pequeña referencia. El sistema griego de puntuación conoce dos signos extraños al español, el punto alto y el punto y como usado como signo de interrogación. Los demás, dos puntos, comillas, guiones, coma, signo de admiración, punto, paréntesis y puntos suspensivos, son de igual uso que en español.

Lo que hay que señalar, a efectos del aprendizaje del español, es que el signo de nuestro punto y coma (;) es usado en griego para indicar la interrogación (¿?). El griego carece de doble interrogación y coloca este signo (;) al final de la frase interrogativa. Habrá, pues, que insistir en el uso del doble signo interrogativo y exclamativo en la puntuación española.

Para señalar una pequeña pausa en el discurso, más breve que un punto y más larga que una coma, el español utiliza el punto y coma (;), y el griego, por su parte, hace uso del mencionado punto alto (:), un signo antiguo que aún hoy se conserva, aunque no se use demasiado, como le ocurre al punto y coma en español. Por tanto será conveniente equiparar ambos signos a la hora de enseñar al alumno la puntuación.

Por último, hay que hacer una breve mención a la situación de diglosia que ha marcado al griego moderno. En la búsqueda de su identidad cultural tras tantos y tan devastadores siglos de dominación turca (en griego ), uno de los problemas más acuciantes para la joven nación griega, que obtuvo su independencia en 1830, fue el idioma nacional. Se creó una situación de diglosia, pues pugnaban dos registros lingüísticos, que no dos idiomas, por imponerse. De un lado estaba lo que hablaba el pueblo, el demótico (), una lengua derivada de la koiné medieval griega, con sus primeras manifestaciones literarias en la lírica popular de la Creta del s. XVI (hasta su paso de manos venecianas a turcas en 1669). De otra parte, la élite intelectual intentó imponer una lengua artificial, llamada o "lengua pura", basada en el griego clásico y neotestamentario, que fue durante mucho tiempo la lengua oficial de la Iglesia, el Derecho, y el Estado.

De esta forma, se mantuvo una dicotomía lingüística en Grecia, una estratificación de carácter sociocultural que mantenía el griego "purista" como lengua oficial, cuando lo que se hablaba era demótico. Esto llevó a enfrentamientos sociales, pues se argüía que esto negaba la educación al pueblo. En nuestros días esta "cuestión de la lengua" parece cada vez más superada, desde que, en 1976, se adoptó oficialmente el demótico, por lo que su influencia en el aprendizaje debería ser mínima. Sin embargo, aún colean los restos del problema, como la reciente adopción del sistema monotónico en 1982, que ya hemos mencionado, más realista y "demótico" que el politónico. Aún hoy se encuentran multitud de libros escritos en el viejo sistema politónico y aún se ven otros tantos que usan el griego purista, que se considera el lenguaje forense por excelencia, por lo que la diglosía suponemos que seguirá latente todavía por muchos años, aunque ya se vislumbre un griego moderno unificado o Standard Modern Greek, como lo llaman en las universidades británicas, combinando y .7

 

A modo de conclusión

Muchas veces se habla de los componentes extralingüísticos de la comunicación humana, de la gestualidad, la comunicación no verbal, etc., como parte importantísima del acercamiento a una cultura diferente a través del aprendizaje de su idioma. De hecho, es un elemento diferenciador que marcará al estudiante de E/LE en su proceso de aprendizaje cultural, porque la lengua no se reduce tan sólo a reglas gramaticales, sino que incluyen otros aspectos más humanos y variables según latitudes. El estudiante griego de E/LE hallará una cultura mediterránea, como la suya, y, por tanto, no verá los mismos problemas de aclimatación que un estudiante sueco o noruego, que tendrá que lidiar resignadamente con conversaciones ruidosas en bares o con una gestualidad exageradamente hispánica, etc.

Pero no hay que caer en el reduccionismo fácil de equiparar ambas culturas sólo por el hecho de tener en común un mar y unas latitudes meridionales en Europa. La cultura neohelénica, tras el gran peso cultural que supone la grandeur de la Grecia Clásica, junto con algunos complejos derivados, que no se acaban de asimilar, es una mezcolanza de helenismo con diversos elementos balcánicos y turcos, debido a la prolongada y culturalmente nefasta dominación otomana.

Hay, pues, grandes diferencias que no permiten asimilar la cultura griega a la española a pesar de su ubicación en los extremos del continente europeo. No se extrañará el griego de la idiosincrasia española, reflejada en la lengua y en la comunicación no verbal. Los gestos, sin embargo, difieren en ambas culturas hasta en el asentimiento y la negación. En Grecia, y los Balcanes, por poner un ejemplo trivial, se niega alzando ligeramente la cabeza ya desde antiguo, en un modo diametralmente opuesto en español.

El docente de E/LE, pese a estas diferencias culturales, deberá esforzarse en subrayar las similitudes que unen Grecia y España, los dos extremos del latino Mare Nostrum, en lo que se refiere a la cultura del día a día. La atracción recíproca allanará el camino lleno de dificultades hacia el aprendizaje de la lengua. La afinidad histórica y cultural ha de ser un aliciente que el profesor explote e incentive al máximo.

En definitiva, con este breve repaso a las distancias fundamentales que separan la lengua neohelénica y la española, se puede tener una visión general de cuáles serán los problemas más acuciantes del alumno griego de E/LE, que, desde niveles básicos, como el alfabeto, hasta llegar a la morfología verbal o la sintaxis española, encontrará numerosas dificultades en una lengua que muchas veces se ha tildado de fácil, pero cuya realidad es muy diferente. Sin embargo, muchos alicientes pavimentarán el camino hacia el español, la simpatía mutua entre ambos países, la acogedora y universal cultura del español y, en definitiva, el antiguo vínculo mediterráneo que une a la orilla oriental con las occidentales Hespérides.

 

(Notas: Por favor, consulte el número 32 de Cuadernos Cervantes.)

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