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El punto de vista de un hablante italiano

En Italia existen en la actualidad numerosos dialectos regionales e incluso locales y en algunas regiones fronterizas existen auténticas lenguas, que el Estado tutela en distintos ámbitos.

 

Michela Montesi

 
 

A la unificación política del estado italiano (entre 1860 y 1870) siguió inmediatamente una política escolar cuya finalidad principal fue la de homogeneizar el habla de sus ciudadanos. Inicialmente los profesores eran enviados de un lado a otro del país para fomentar la integración lingüística y cultural de la nación, que sucedieron al mismo paso. Es relativamente reciente la materialización de una homogeneidad lingüística debida, principalmente, a la aparición de los medios orales de comunicación de masas, la radio y la televisión en primer lugar. Sin embargo, algunos de estos dialectos han seguido perteneciendo al rango de auténticas lenguas.

Hoy en día, podemos decir que el dialecto se limita al registro informal de la lengua y que, en general, un italiano de cultura media, cualquiera que sea su región de procedencia, es capaz de hablar un italiano estándar. Aun así, sin embargo, es fácil deducir la procedencia geográfica de un italiano por su habla, ya que el dialecto ha mantenido su influencia en la pronunciación y en el acento de cada uno e incluso en las estructuras sintácticas y en el léxico. En relación con el español, es curioso que algunos dialectos meridionales, de la zona de Nápoles o de Sicilia, conserven vivas huellas lingüísticas de la dominación española. El uso del verbo tenere en lugar de avere, o del pretérito indefinido en lugar del perfecto son evidentes trazas de una larga y antigua convivencia con hispanohablantes. La diferente procedencia regional de un italiano puede, por eso, llegar a condicionar las formas de aprendizaje así como de reproducción de una lengua extranjera, en este caso el castellano.

 
 
LOS ITALIANOS Y EL IDIOMA ESPAÑOL

Aunque parezca una afirmación superficial, se puede decir que para un hablante italiano resulta más fácil aprender el castellano que al contrario. El castellano, de hecho, puede implicar una simplificación de determinadas estructuras gramaticales propias del italiano. Con todo, el castellano sigue presentando dificultades y raramente encontraremos a un italiano hablando un castellano correcto, porque, a menudo, el parecido entre los dos idiomas y la facilidad de entendimiento no incentivan al estudiante. A la larga, los problemas iniciales acaban transformándose en defectos persistentes y difícilmente corregibles. La mayor parte de los defectos de un italiano hablando español consisten en la reproducción de estructuras propias de su lengua, favorecida por esa misma afinidad de la que hablábamos. Por eso veremos detenidamente algunos puntos problemáticos de la gramática italiana.

 
 
FONÉTICA Y PRONUNCIACIÓN

Quizás sea uno de los campos en los que un hablante italiano pueda tener más dificultades. Las diferencias son pocas, pero resultará difícil aprender determinados sonidos interdentales o aspirados. Igualmente se encuentran dificultades al momento de la transcripción ortográfica de palabras aprendidas oralmente.

 

Vocales. Las vocales del italiano coinciden exactamente con las españolas, aunque el italiano tienda a matizar entre sonidos abiertos (correspondientes a un acento grave) y sonidos cerrados (correspondientes a un acento agudo). El acento tónico en italiano normalmente es grave, aunque para la "e" y la "o" se admiten las dos clases de acento, grave y agudo, con las respectivas distintas pronunciaciones, [e] y [] y [o] y []. Hablando castellano, un italiano generalmente no presta mucha atención a las vocales; estas resultan muy a menudo más abiertas y su pronunciación más prolongadas, dando lugar al famoso e inconfundible "acentillo". A veces el escaso cuidado prestado a las vocales puede producir errores de léxico. Muchas palabras serían iguales o muy parecidas en los dos idiomas si no fuera porque se diferencian justo por una o más vocales. Ej. igual-uguale, mejor-migliore, cámara-camera, vecino-vicino, etc.

 

Consonantes. Fonéticamente son más problemáticas las consonantes que las vocales. Es bastante complicado para un hablante italiano reproducir el sonido aspirado de la g o de la j, así como el interdental de la c o de la z. La actitud más común será la de pronunciar estos sonidos asimilándolos a otros más familiares. Ci y ce se transformarán respectivamente en si y se, y z, en todas sus combinaciones, se pronunciará, según los casos, como una s o bien como una z italiana, sonora o sorda. En algunos casos a la confusión se une también la frustración de no conseguir explicarse, aun con el diccionario en la mano. De mi "curriculum" personal puedo citar los casos de cazar y casar y de cocer y coser.

Con la g y la j se verifican circunstancias parecidas. Ge y gi se pronuncian, en la mayoría de los casos, como guturales puras, [ge] y [gi]. La j no existe como consonante propia del alfabeto italiano moderno; desapareció en la primera mitad del siglo XX y ha vuelto a entrar en nuestro vocabulario con palabras que el italiano ha asimilado de otras lenguas junto a su relativa forma de pronunciación. En todas sus combinaciones se tenderá a pronunciarla o bien [d] o bien como la palabra italiana más parecida. Existe, sin embargo, un dialecto particularmente favorecido; es el de Florencia y alrededores, donde se aspira notablemente la c combinada con a, o, u.

En el caso de la b y de la v es la confusión existente entre los mismos españoles que puede producir problemas a un italiano, ya que en italiano distinguimos claramente la pronunciación de la b de la de la v. Pueden surgir, entonces, problemas al momento de la transcripción gráfica de palabras aprendidas en un contexto oral no suficientemente claro. Hace poco transcribí de una grabación oral "*birguería" en lugar de "virguería", que siendo una palabra relativamente nueva no aparecía en mis diccionarios ni resultaba correcta, en ninguna de las dos versiones, para el corrector informático.

Las dificultades planteadas por las demás consonantes son menos relevantes. Por ejemplo, la frecuencia de uso de formas del participio en -do, correspondientes en italiano a -to, induce a menudo cambiar la sílaba "do" por "to". Ej. inmediato: "*inmediado", sensato: "*sensado" etc. También es complicado pronunciar la s combinada con ce o ci, como en "piscina", "ascender" o "prescindir". La cosa más usual será pronunciarlos como en italiano [].

 
 
MORFOLOGÍA

De los aspectos morfológicos me gustaría tocar sólo unos puntos más significativos, extendiendo el análisis al uso, en particular modo de determinadas formas verbales.

 

Los pronombres y partículas pronominales.

Uno de los errores más frecuentes es el de equivocarse en la combinación de los pronombres personales. Siempre se hace preceder el indirecto al directo, como en español, pero en la combinación entre un reflexivo y un indirecto los dos idiomas se distinguen: en italiano la forma correcta es mantener el reflexivo junto al verbo y precederlo por el indirecto. Así que también el hablante italiano más fino y elegante podrá caer en el error de decir: "*me se han roto las gafas".

Además de los pronombres habituales, más o menos equivalentes en todos las lenguas romances, existen en italiano dos partículas pronominales, ne y ci ausentes "conceptualmente" del español, y correspondientes, para quienes conozcan el francés, al y y en. Son fundamentales, imprescindibles en italiano y abundan en la lengua hablada. Una vez que sea conocido un nombre, necesitamos recurrir a ellas para expresar determinados complementos indirectos sin repetir el mismo nombre. Ej. a la pregunta "¿Cuántas manzanas quiere?", necesitamos contestar "Quiero un kilo de ellas", donde el "de ellas" se expresa mediante una de las dos partículas. Más de una vez a la pregunta antedicha, he contestado "*Ne quiero un kilo". O, por ejemplo, a la pregunta "¿Has estado en Italia?", necesitamos contestar "Sí, he estado ahí" o, a nuestra manera, ci sono stato.

 

Formas verbales.

  • Pretérito perfecto. De las formas verbales la más interesante es el pretérito perfecto, por las características que posee en italiano. En efecto, en italiano se forma siguiendo una lógica un poco más complicada, cambiando el auxiliar según la naturaleza del verbo (transitivo-intransitivo, reflexivo, etc.), y concordando, según los casos, el participio con el sujeto o el objeto del verbo. Por consiguiente, un italiano podrá caer a menudo en la costumbre de usar el verbo "ser" como auxiliar de los intransitivos, reflexivos etc., conjugando el participio con el sujeto. Ej. he ido = sono andato/-a ("*soy ido/-a"); se han levantado = si sono alzati-e ("*se sono levantados/-as"). También se conjuga el participio con el objeto cuando el pretérito perfecto va precedido de un pronombre personal. Ej. la he visto = l'ho vista ("*la he vista"); los hemos comprado = li abbiamo comprati ("*los hemos comprados").

    En cuanto al uso, hay que decir que en italiano se usa mucho más el pretérito perfecto que el indefinido, cuya aplicación casi está limitada al ámbito literario. En el norte de Italia el indefinido prácticamente no se usa en la lengua hablada, en el sur muchísimo más –por la influencia española de la que hablábamos– y en el centro bastante a menudo.

    En italiano, el pretérito perfecto expresa acciones cuyas consecuencias todavía persisten en el presente; así que, por ejemplo, hablando de nosotros mismos rara vez utilizaremos el pretérito indefinido, ya que se supone que estamos aún vivos: ej. aprendí a nadar a los 9 años = ho imparato a nuotare a 9 anni, ya que todavía sigo sabiendo nadar. Quizás no sea propiamente un error "he aprendido a nadar a los 9 años", pero en más de una ocasión mis interlocutores me han corregido.

  • Futuro. Solemos utilizar con más frecuencia el futuro, no disponiendo de una forma como la española ir + infinitivo, que a veces reemplazamos con el presente simple. Como en todas las lenguas romances, el futuro se suele formar del infinitivo. Al latín clásico amabo, las lenguas romances fueron imponiendo la forma amare habeo; de aquí que en su formación el radical sea justo el infinitivo. En la primera conjugación italiana la -a- de -are se cambia, sin embargo, en -e, característica que reproducimos al hablar español. Además, confundimos las respectivas primeras personas singulares, y las terminamos en -ò en lugar de -é. Ej. amaré = amerò ("*ameró"); hablaré = parlerò ("*hableró").
  • Imperativo. En imperativo cuesta mucho librarse de la costumbre de reproducir las formas italianas y en un caso en particular. La forma negativa del imperativo en italiano se sirve de la simple negación, sin recurrir al subjuntivo, exceptuando la segunda persona singular, cuya forma negativa corresponde a la fórmula non + infinitivo del verbo. Muy frecuentemente los italianos reproducen esta estructura en español: no digas = non dire ("*no decir"), no ames = non amare ("*no amar"), etc.
  • Condicional. El condicional en italiano se considera un modo aparte y no simplemente un tiempo. Como en español se emplea para expresar una acción posterior respecto a una pasada. Pero, mientras en español se recurre a la forma simple, en italiano es necesaria la compuesta. Puede que esto se refleje en el castellano hablado por un italiano. Ej.: Me dijo que vendría = mi ha detto che sarebbe venuto ("*me dijo que habría venido/ sería venido").
  • Subjuntivo. Al hablar del subjuntivo será inevitable entrar en cuestiones propias de la sintaxis. En italiano se considera un modo verbal en desaparición. Son cada vez más los italianos que, hablando, prescinden de él. En mi trabajo de docencia se plantea a menudo esta cuestión: ¿se debe enseñar el idioma vivo, así como se puede oír en las calles o el idioma de los textos de gramática? Es difícil dar una respuesta también porque en este caso la discrepancia no es simplemente atribuible a factores de orden social o geográfico, como en los dialectos, cuanto a un "retraso" de la investigación respecto de su objeto, la lengua viva.

    Pasando por alto estas cuestiones, de las que nos limitaremos a conocer la existencia, intentaremos hacer un análisis comparativo entre el uso del subjuntivo en italiano y en español. Dejaremos las conjunciones y otros elementos gramaticales, que por su naturaleza, piden el subjuntivo y analizaremos un caso más interesante: el italiano exige el subjuntivo en todas las proposiciones subordinadas que expresen opiniones personales y subjetivas así como estados emocionales del mismo sujeto (deseo, miedo, esperanza, presagio etc.). No siempre el español concuerda con el italiano en estos casos. Suenan raras las frases "*pienso que hoy sea un buen día" o "*creo que sea una chica simpática", y otras que expresando una opinión personal recurran al subjuntivo. Aún más raras pueden resultar las construcciones correspondientes con infinitivo. Cada vez que el sujeto del verbo principal (que exprese una opinión o un estado emocional) coincida con el de la subordinada, es posible dejar este último en infinitivo. Reproducir esta estructura en español es un error más propio de principiantes, pero no por eso carece de importancia, ya que consiste en la reproducción de una estructura muy ágil del italiano y la lengua hablada, hoy en día, suele ser muy sintética y prefiere formas dinámicas de expresión. Ej. Pienso que iré al cine = penso di andare al cinema ("*pienso de ir al cine"). Es curioso que una estructura, cuyas raíces proceden del latín, pueda competir en agilidad expresiva con otras propias de los idiomas hoy en día dominantes.

 
 
SINTAXIS

Orden de la frase.

El orden de la frase en italiano suele ser igual que en español, con unos pocos matices: Sujeto (que se puede perfectamente omitir) + Predicado + Complementos Circunstanciales. En la posición de algunos adverbios de uso muy frecuente puede haber diferencias. No se puede considerar una regla fija y rígida, pero lo correcto sería colocarlos inmediatamente después del verbo principal en el caso de formas compuestas del verbo entre el auxiliar y el participio. En particular: ancora = todavía/aún, mai = nunca, sempre = siempre, giá = ya. Un italiano podría decir, y de hecho yo misma lo he hecho, "*he ya comido" o "*no he nunca visto". En algunos dialectos, en el de Roma por ejemplo, se suele colocar el adverbio al final de la frase.

 

Complementos circunstanciales.

Podríamos hablar eternamente de este tema, también porque sabemos que todo lo que dependa de las preposiciones suele plantear una casuística indefinida. Pero intentaremos concentrarnos sobre unos casos llamativos:

  • Complemento directo. En italiano nunca va precedido de la preposición a. Por eso muy a menudo, incluso los que llevamos tiempo hablando español, la omitiremos. Naturalmente eso no vale para un napolitano o un siciliano, que ya en sus propios dialectos utilizan esta construcción.
  • Segundo término de la comparación: aquí también reproducimos nuestras estructuras y sustituimos el "que" por el "de". "*Luis es más alto de Mario".
  • Circunstanciales de lugar: se puede oír a menudo decir por un italiano: "*estoy a Madrid" o "*voy en Alemania" o bien utilizar "sobre" en lugar de "en" cada vez que se indique la posición de un objeto encima de una superficie plana: "el cuaderno está sobre la mesa".
  • La construcción de algunos verbos. Son verbos de uso frecuente y que, por un tiempo más o menos largo en las fases de aprendizaje y consolidación, un italiano seguirá construyendo según su costumbre.

    Entrar: seguimos con los determinantes de lugar. En el caso de entrar (entrare) en italiano la idea del "ir dentro de un lugar" se expresa mediante el uso de la preposición "en" = in. Luis entra en el supermercado = Luis entra nel supermercato ("*Luis entra al supermercado").

    Pensar: en italiano se dice "pensar a" y no "pensar en", en un caso se indica la finalidad del pensamiento, hacia dónde va la reflexión, en el otro, el tema en el cual nos entretenemos. Son dos formas distintas de expresar el mismo conceptos, cuyo estudio es interesante.

    Contar: en italiano se dice "*contar sobre" y no "contar con"; es como indicar que nos apoyamos en algo/alguien para conseguir determinados objetivos, en lugar de contar con la colaboración de algo/alguien.

    Soñar: en italiano utilizamos el complemento directo y cuesta aprender la construcción española "soñar con algo/alguien". Interesantes son también las expresiones "echar un sueño" en lugar de "tener un sueño" y "tener una pesadilla", indicando la participación y colaboración del sujeto en "echar un sueño" y el sufrimiento de una experiencia negativa en "tener una pesadilla".

La construcción de la frase.

Más propia del lenguaje escrito, es la tendencia italiana de construir períodos muy largos y articulados, aunque, repetimos, esta costumbre suele limitarse al ámbito de la prosa. De todas formas, existen también algunas construcciones sintácticas de uso más frecuente en la lengua hablada, suficientemente parecidas como para dar lugar a errores.

Cuando: en italiano siempre se construye con el modo indicativo y nunca, a menos que tenga valor estrictamente hipotético, con el subjuntivo. En algunos casos además del presente se puede utilizar el futuro también. Te lo diré cuando venga: "*Te lo diré cuando vengo/cuando vendré".

Después: en italiano dopo. Según la consecutio temporum italiana, las acciones acontecidas con anterioridad con respecto a la de la oración principal, se expresan con tiempos verbales compuestos; de aquí que el dopo siempre se conjugue con un tiempo compuesto, incluyendo el infinitivo. Así, p.e., después de trabajar, voy a casa = dopo aver lavorato, vado a casa ("*después haber trabajado, voy a casa").

 
 
LÉXICO

Es aquí, sin sombra de duda, donde se confundirá más a menudo un italiano hablando español. La razón principal consiste en la afinidad léxica de los dos idiomas que induce a caer en pequeñas y grandes equivocaciones.

Vemos algunas parejas de verbos que, cada una por sus razones, pueden sugerir temas de comparación relevantes:

Essere-stare / ser-estar: stare en italiano existe y cumple importantes funciones; es de uso muy frecuente, pero en construcciones determinadas, como stare + gerundio (presente progresivo), + per + infinitivo (estar a punto de) o combinado con adverbios como male, bene, stupendamente, etc., pero nunca con adjetivos, cuando siempre utilizamos essere. Es común tener problemas al momento de elegir el uno o el otro con adjetivos. En los casos en los cuales elegir uno u otro verbo cambie el significado del adjetivo, el italiano utiliza dos adjetivos distintos, ej. ser listo: essere furbo, estar listo: essere pronto.

Andare-venire / Ir-venir: la diferencia se manifiesta en el uso de venire, relacionado a dos interlocutores. Utilizamos venire cada vez que un interlocutor se aproxima al otro, como en el caso de que alguien nos llame y nos acerquemos. Al acercarnos a la puerta para abrir cuando nos tocan el timbre, decimos "vengo" y no "voy". Ej. vengo al cinema = voy al cine contigo, vado al cinema = voy al cine, con cualquier persona que no sea el interlocutor.

Tenere-avere / tener-haber: el verbo avere en italiano además de cumplir con sus funciones de auxiliar, significa posesión. Seguimos manteniendo el verbo tenere también, pero con unos matices de significación distintos, como mantener o ejercitar una forma de dominio material, literal o metafóricamente, sobre algo o alguien. Ej. Tengo prisa = ho fretta, lo (man-) tengo  quieto = lo tengo fermo.

Cogliere-prendere / Coger-tomar: la misma raíz latina de "coger", cum legere, (recoger, aunar) ha dado lugar en italiano a cogliere; pero con el tiempo cogliere ha pasado a un ámbito restringido de significación que es la de "captar" en algunos momentos, o bien de "recoger frutos de la tierra" en otros. Así que siempre utilizamos una única forma, prendere, ahí donde el español matiza. Cojo el autobús = prendo l'autobus, tomo un café = prendo un caffè.

Portare-trarre / Llevar-traer: en este caso pasa lo mismo. Trarre existe en el vocabulario italiano, pero su uso está limitado a un ámbito reducido y específico: indica la acción de coger algo y traerlo hacia si mismos con fuerza, muy frecuentemente en con-

textos técnicos como manuales de instrucciones. En todos los demás casos se utiliza portare: te lo traigo mañana = te lo porto domani, lleva siempre vaqueros = porta sempre i jeans.

 

Falsos amigos.

Existen numerosas palabras parecidas ortográfica y fonéticamente que, sin embargo, indican conceptos distintos, dando lugar muy a menudo a situaciones de auténtica comicidad, que, como es sabido, muchas veces hace hincapié justo en los juegos de palabras. Será interesante ver casos concretos y relatar algunos anécdotas.

Autista: en italiano con este término indicamos el conductor de un medio de transporte, público generalmente, o privado (chófer), de un automóvil (automobile).

Asilo: es lugar donde los pequeños, y no los mayores, suelen pasar parte de su tiempo. Del griego ásylon, "inviolable", las circunstancias históricas han querido que en un caso fuesen los muy jóvenes y en otro los mayores el objeto de la protección.

Grazioso-gracioso / grazia-gracia: a pesar del parecido, el término italiano tiene el significado más clásico de delicado, estéticamente agradable (del latín gratus), sin implicar significados de diversión.

Incantato-encantado: en italiano el término de incantato significa hechizado y, al presentarse, resulta un poco atrevido.

Cavalleria-caballería: los significados son los mismos, más o menos, en los dos idiomas, con la diferencia de que en español se utiliza "caballerosidad", para referirse al actitud amable y cortés de los hombres hacia las mujeres, mientras que en italiano siempre usamos el mismo cavalleria. Un día se me ocurrió decir que un señor "tenía mucha caballería" y sin pretenderlo le alegré el día a mi compañera de piso.

Contestare-contestar: del latín cum testis (con testigos, teniendo un significado jurídico), el término italiano se ha mantenido más próximo a su origen, significando "poner en duda", "negar" y también, más recientemente, "protestar".

Guardare-guardar: en italiano es "mirar", sin implicar necesariamente una finalidad de protección o conservación.

Gustare/gustar: en italiano el correspondiente de "gustar" es piacere, mientras que gustare define el acto de saborear el gusto de comidas o bebidas o, por extensión, de cualquier cosa agradable.

Pelo-pelo: en italiano se distinguimos capelli de pelo, indicando con el primer término el "pelo" y con el segundo el "vello".

Salire-salir: otro parecido engañoso. Salire en italiano es "subir", procediendo etimológicamente de saltare.

Subire-subir: completamente distintos. Subire en italiano es padecer, sufrir algo que se nos inflija por parte de otros. En este caso el español se ha mantenido más próximo a la raíz latina de subîre: ir hacia.

Entre los falsos amigos podríamos citar algunas palabras que siguen vivas y en uso en uno de los dos idiomas, quedando marginadas al papel de formas obsoletas en el otro. Por ejemplo, en italiano existe el verbo necessitare, con el mismo significado y la misma construcción que en castellano, pero de hecho inutilizado o casi en el idioma moderno. Así pasa con lesto, nuestra versión de "listo", que sigue vivo en el habla dialectal de personas, en la mayoría, mayores. Al contrario, el español "secundar", correspondiente al italiano assecondare, es muy poco usado, aunque sí correcto y presente en el diccionario de la Real Academia. Y también los casos que acabamos de ver: trarre, stare, cogliere, etc.

 

Palabras extranjeras: otra circunstancia que puede producir un efecto "cómico", más que auténticas dificultades, es el hecho de que mientras que el castellano traduce la mayoría de los términos importados de otros idiomas, sobre todos relativos a las nuevas tecnologías, el italiano adopta directamente la palabra extranjera. Así que decimos mouse, computer, hamburger, manager, würstel, charme, coiffeur, etc. en lugar de ratón, ordenador, hamburguesa, ejecutivo, salchicha, encanto, peluquero, etc. Y luego, naturalmente, siesta, pícaro, golpe, aficionado, desaparecido, etc.

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