Producción, expresión e interacción oral
Francisco MORENO FERNÁNDEZ
Madrid, Arco Libros, Cuadernos de didáctica
del español/ LE, 2002, 91 págs.
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La
cantidad y calidad de publicaciones que proponen la oralidad como principal exponente
en el aprendizaje y enseñanza de segundas lenguas se ven incrementadas
con este trabajo de Francisco Moreno Fernández.
La intención del autor es la de presentar, de forma
sucinta, los fundamentos psicolingüísticos, lingüísticos,
comunicativos y didácticos de la oralidad, de manera que centrará
el desarrollo de este cuaderno de didáctica en una de las cuatro destrezas
del lenguaje, la cual recibe básicamente tres denominaciones, que son "producción,
expresión o interacción oral".
Los contenidos básicos de la oralidad vienen distribuidos
por el autor en cuatro bloques fundamentales:
- Un primer apartado en el que se explican las bases psicolingüísticas
de la "producción oral", denominación usada entre los
psicolingüistas.
- Un segundo apartado en el que se presentan las bases lingüísticas
de la "expresión oral", denominación usada entre lingüistas
y profesores.
- Un tercer apartado en el que se establecen las bases comunicativas de la "interacción
oral", denominación usada especialmente entre sociolingüistas
y pragmatistas.
- Por último, un apartado que presenta las bases didácticas de
la expresión oral.
Desde hace años, las controversias más conocidas
son las relacionadas con el carácter innato o derivado del aprendizaje
y con la naturaleza modular o única del cerebro humano. Es frecuente encontrar
una indistinción entre los procesos de "comprensión" y
"producción" pero, aunque muy relacionados, no son equivalentes
ni inversos como sostienen Ángel López, Laufer y López Morales.
Las teorías de adquisición de segundas lenguas
han prestado especial atención a la tesis del input comprensible
de Krashen, en las que se considera que el input lingüístico del aprendiente
es la clave del aprendizaje –es decir, habla del proceso de comprensión–.
Por analogía a estas teorías, Mitchell y Myles exponen una hipótesis
del output comprensible.
Para muchos psicolingüistas y sociolingüistas,
como es el caso de Young y Preston, la producción es fundamental en la
identidad del hablante y en el conocimiento lingüístico. Alberto Anula,
partiendo de las propuestas de Levelt, ha explicado el proceso de producción
en tres etapas, ya que el hablante decide el contenido que quiere transmitir,
otorga al mensaje preverbal un código lingüístico y, por último,
se articula este mensaje ya codificado. En la L2, entre unos aprendientes y otros,
se darán inevitables diferencias en los ámbitos cognoscitivo,
afectivo y comunicativo. Es cierto también que en el proceso
de producción de la L2, se observan muchas transferencias desde la L1.
Esta modalidad de lengua recibe el nombre de interlengua.
Respecto de los fundamentos lingüísticos
de la expresión oral, en el momento de producir físicamente
una cadena de sonidos, éstos se agrupan formando sílabas que, a
su vez, se agruparán formando secuencias más extensas que recibirán
una entonación. La calidad de la expresión oral dependerá
por tanto íntegramente de la producción fónica.
Desde la perspectiva de la producción fónica
de una segunda lengua, pueden producirse cuatro fenómenos en el nivel fonológico-fonético,
que son la subdiferenciación fónica, la superdiferenciación
fónica, la reinterpretación de fonemas y la sustitución de
algunos sonidos por otros. Sabemos que la lengua varía y esta variación
lingüística viene producida por factores de naturaleza lingüística
y de naturaleza extralingüística pero, en realidad, lo que demuestran
las investigaciones es que las diferencias en el aprendizaje de lenguas extranjeras
entre un aprendiente y otro son mayores si son provocadas por factores
propiamente lingüísticos. Pero no cabe duda de que la expresión
oral adquiere su sentido pleno cuando está orientada a la comunicación,
esto es, cuando se transforma en interacción.
Los elementos fundamentales de la comunicación son los
participantes, la situación comunicativa y el discurso en sí. Los
participantes de cualquier interacción comunicativa, para cumplir sus expectativas,
ponen en funcionamiento un mecanismo de cooperación de forma inconsciente
y otras muchas herramientas pragmáticas como es el caso de las implicaturas
y de las presuposiciones. La interacción comunicativa por excelencia es
la conversación y su diversidad de tipos se explica en la mayoría
de los casos por los diferentes objetivos que tenga una u otra conversación.
Se puede decir que de un hablante de L2 se espera, además
del conocimiento de la lengua, un conocimiento de los elementos esenciales de
la competencia comunicativa. Las posibles tácticas interactivas en conversaciones
entre nativos y no nativos abarcan desde el gesto sustitutorio de un elemento
en la interacción, hasta la explicación, la repetición, la
acuñación de una nueva palabra, pasando por la táctica de
evitar hablar acerca del tema en que aparecen dificultades comunicativas.
La enseñanza de una segunda lengua debe centrarse
en la corrección de los errores, por parte del enseñante, eligiendo
el método más apropiado en cada momento.
Vale la pena destacar el hecho de que no siempre un buen conocimiento
de la lengua viene seguido de la destreza comunicativa, ya que ésta en
realidad es fruto de la práctica –especialmente en el nivel fónico–.
Hay factores que influyen determinantemente en el aprendizaje de segundas lenguas
como son: la motivación, la actitud, la autoestima, el conocimiento previo
de otras lenguas y el propio estilo cognitivo de aprendizaje.
Generalmente, la adquisición de una lengua se interpreta
como un proceso que se produce dentro de un contexto de enseñanza, (lengua
como técnica y habilidad) o dentro de un contexto comunicativo real
(aprendizaje como proceso natural). Bien es verdad que, como expone Littelwood,
estas dos líneas deben encontrarse para un correcto aprendizaje.
Los objetivos en la enseñanza de la expresión
oral serán, principalmente, conseguir que el hablante exprese lo que quiere
expresar, que lo haga de forma adecuada y que pueda interactuar oralmente cuando
lo exija la práctica comunicativa. Así, el nivel fonético,
debe orientarse en lo posible a hablantes de orígenes lingüísticos
específicos; el nivel gramatical destacará la importancia de la
fluidez de la comunicación y la inteligibilidad de los mensajes; en el
nivel pragmático hay que centrarse en la comunidad de habla específica
y, por último, en el nivel léxico el enseñante debe adaptarse
a las necesidades y expectativas de los alumnos.
En la parte final de este manual, Francisco Moreno señala
algunos materiales útiles para el desarrollo de la producción, la
expresión y la interacción oral cuyo planteamiento general consiste
en buscar la integración de las cuatro destrezas principales de la comunicación
oral en las llamadas "tareas completas".
Por último, debemos resaltar la importancia de este
cuaderno de didáctica en tanto que recuerda a los enseñantes la
primacía de la oralidad a la hora de afrontar la didáctica de lenguas.
MªN.G.P.
Mª Nieves González Pérez Universidad de Alcalá
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